viernes, 18 de noviembre de 2016

La farándula a la asamblea...?



Si la Asamblea Nacional es el poder en el que se debe reflejar la nación, ¿por qué los payasos y bailarinas no pueden tener sus representantes en el órgano legislativo?

Las prostitutas, los faranduleros, los analfabetos, las bailarinas, los futbolistas, los actores, los periodistas, los PHD, los másters, los doctores, los ingenieros... todos tienen derecho a aspirar, participar y a ser elegidos… ¡y a perder en las elecciones!

Si los choferes han puesto asambleístas para pelear por su sector, ¿no deberían los payasos tener el mismo espacio? (No lo digo despectivamente, lo expreso desde la visión de la inclusión)

Una pregunta
¿Por qué escribo esto?
Lo hago porque escucho, leo y veo a ciudadanos que juzgan a priori a los candidatos por su oficio.
Desmerecer a alguien por lo que hace parece no ser justo.

De alguna forma se está discriminando a muchos de ellos sin querer… (o queriendo). Incluso sin saber si detrás de la actividad que hacen hay uno o varios títulos o profesiones.

Tengo amigos artistas con amplio poder de análisis, de crítica, de reflexión y compromiso con la Patria, pero además, honestos y dispuesto a pelear con valentía por su gente.

Una de mis mejores exalumnas en la facultad de periodismo era bailarina y podía cuestionar con gran solvencia.

Uno de los locutores más valiosos que conocí apenas era bachiller (ahora es un profesional) pero había leído más libros de lo que uno imagina. Ese radiodifusor tenía y tiene conocimiento, incluso dominio sobre la cultura universal, el idioma, la ideología y la política.

Conozco muchos campesinos que apenas terminaron la escuela, pero que tienen más sentido común del que uno cree, superior al de muchos “políticos expertos” que entrevisto. Soy amigo de agricultores con capacidad de resolver problemas que muchos de nosotros desearíamos tener. Hay jornaleros que critican con profundidad y se ríen de las “burradas” de los “políticos preparados”. He conversado con ellos y doy fe de eso.

Adicionalmente como docente vi muchas personas que no se expresaban oralmente con facilidad, que desesperaban a la hora de hablar, pero cuando escribían, deslumbraban. Y al revés.
Así que tampoco hay que fiarse del discurso.

Y no quiero que se malinterprete. Prefiero candidatos preparados, con una hoja de vida de resultados y, sobre todo, de honestidad; pero, realmente no sé si a ustedes se les hace fácil encontrarlos en la vida pública actual. En las instituciones del Estado...
A mi me cuesta.
Debe haberlos. Es más: los hay. Pero poquitos.

Algo más
Eso no es todo, hay muchos asambleístas o funcionarios de elección popular, con títulos de tercer nivel, maestrías y gran preparación que nos fallaron.

Voté por asambleístas manabitas “preparados” que respaldaron con su silencio, omisiones y/o acciones decisiones que afectaron a mi provincia. Voté por diputados que guardaron silencio frente a atropellos de su gente… por legisladores que por miedo y sus intereses dejaron que pasen leyes que nos afectaron a los ecuatorianos.

En la historia hubo muchos "congresistas" preparados que hicieron plata dudosamente desde su función. Usted que me lee conoce eso. Y también sabe que ser “talento de pantalla” no es sinónimo de incapaz.
Así como existen doctores brutos, hay presentadores, guardias, comerciantes, barrenderos y bailarinas brillantes.
¡Así que el título tampoco es garantía!

Y conoce también que muchos de los que critican a los "talentos de pantalla" y humoristas han guardado silencio ante la persecución de gente de pueblo por parte del poder. O se mantienen al margen de forma cómplice.

Esto no significa que no hay que ser críticos de lo que pasa.
Al contrario.
Claro que hay que elevar el nivel de la Asamblea.

Evidentemente, comparto la preocupación del nivel de los candidatos y de los asambleístas, pero también es cierto que prefiero un asambleísta analfabeto, pero con sentido común, valores éticos y honestidad, y que, además, se faje por su gente, antes que un PHD alza manos.

El título no es todo.
La experiencia y la trayectoria son importantes, pero no son lo único que hay que mirar.
Hoy requerimos fundamentalmente gente honesta, capaz, con valentía y capacidad para combatir la impunidad, la corrupción... ¡Para defender nuestras libertades y derechos!
Para legislar en función de país, no de un hombre, o de un grupo.



Un poquito más de aguante
Si leyó hasta aquí debe estar cansado.
Así que comparto unos apuntes finales: debemos meditar y criticar a los partidos políticos, porque muchas de esas candidaturas no responden a una reflexión o deseo de inclusión. Lo que buscan son rostros conocidos, para facilitar su recordación y cautivar al votante.

La mayoría de partidos no preparó cuadros y tampoco eligió gente con visión del país que plantean construir. Escogió al apuro, a última hora.

Tenemos derecho a criticar y cuestionar esto: Sí. Pero sería bueno hacerlo más allá del primer impulso, de la profesión o título. Incluyendo eso, claro. Pero ir más allá.

Debemos escrutar a los candidatos y los partidos con profundidad.

Escuchar, pero también cuestionar sus discursos y propuestas.

Ser críticos con las hojas de vida y la viabilidad de lo que plantean.

Y hay algo fundamental: tener presente que los malos candidatos están allí  porque nuestro nivel de exigencia como ciudadanos y sociedad es, y fue, bajo.
Somos los principales culpables de lo que ocurre.
Nuestro voto es responsable de eso.
Es hora de reflexionar y reflexionar...
Porque al final es verdad que es un problema que los partidos nos pongan candidatos de bajo nivel, pero más grave es que votemos por ellos.

Los que elegimos somos nosotros.

Y por cierto: nuestro legislativo ya fue un circo antes de que un humorista llegue al parlamento...

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